25 marzo 2010

 

When the night has come, and the way is dark


Algunas veces los caminos de la vida se tuercen de tal forma que nos cuesta un gran esfuerzo mantener la cordura y la esperanza. Es como si estuviéramos atrapados en un túnel sin salida, o se nos hace duro encontrar algo de luz antes de salir del túnel, o al salir nos encontrásemos con que la luz esté apagada.

En la vida pocas cosas suelen ser lineales. Los altibajos marcan casi siempre los gráficos, sean de la bolsa, de la fiebre de un enfermo o de los resultados de las quinielas. En 1988, en el punto más álgido del boom internacional de los purasangres árabes españoles, el problema se llamaba “peste equina” y salimos. Después vino la revista El Caballo, que estaba a años luz de todo lo que se había hecho hasta entonces e incluso de lo que se haría después, y en su mejor momento, a primeros de 1997, Jorge Vila, su director, fundador y propietario, nos dejó huérfanos y el vacío volvió a envolvernos. Salimos. Ahora es la dichosa crisis, esa excusa comodona de un capitalismo cada vez más voraz y antisocial, la que nos atormenta. Saldremos.

Lo complicado de una situación así es sobretodo visualizar la salida del túnel, no dejarse acojonar por la parte dramática de la situación, conservar un mínimo de serenidad y autoestima para poder caminar y estar disponible y con la mente positiva para cuando se presente la nueva oportunidad de crecimiento y progreso, que sin duda llegará en el momento menos esperado. Es difícil dormirse después de una jornada vacía e improductiva, tocando todas las teclas sin resultado, e igual de difícil levantarse por la mañana con la vista puesta en otra jornada vacía, buscando, un día y otro también, sin encontrar nada.

“Mal de muchos, consuelo de tontos”, dice el refranero. Y es cierto. El hecho de que otros, muchos, estén igual o peor no arregla nada. La salud, gracias al cielo, se mantiene, mejor en lo físico que en lo mental, ya que allí es donde más cuesta.

La realidad es esa. Al no haber trabajo, los días se hacen eternos. Se buscan salidas, cada día, pero las puertas que se abren son pocas y con trabajos puntuales y limitados. Menos da una piedra, por supuesto. Saldremos, que nadie lo dude. Pero entretanto, el que tenga algo a la vista, por modesto que sea el trabajito, que sepa que aquí hay una experiencia y un saber hacer a vuestra disposición. Teléfono 607 758 286.

Carpe diem,

KF.





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