03 octubre 2006

 

Estimado Salvador

Lo suyo será empezar con lo último: en este blog que se puede participar. Se pueden dejar comentarios durante un tiempo que puede ser limitado o no. Pero a diferencia con los foros, no pienso aplicar aquí ningún sistema democrático de acceso total e incondicional para todos. El sábado pasado en Figarol ya hubo quien me preguntó por estos detalles, y mi respuesta fue la misma. Si tu quieres, te das de alta - todavía no sé cómo funciona eso, pero lo descubriré - y empezamos a caminar. Eso sí, quiero poner filtros, las respuestas no saldrán de forma inmediata, por lo menos en un inicio, y solo permitiré comentarios a quienes están activamente involucrados y/o comprometidos con nuestro deporte, y se den a conocer con nombre y apellido, primer apellido de preferencia. También pediré un trato correcto para todos, opiniones expuestas con respeto y un mínimo de acierto ortográfico y gramatical. Te puede parecer exagerado, pero creo que son unas reglas mínimas que todos podemos aceptar y que no pueden aportar más que resultados positivos. Con el tiempo, algunos podrán publicar sus comentarios de forma automática, mientras que otras pasarán más tiempo por la vía del control o de la censura, me da igual el nombre. Y te lo explico: llevo casi veinte años en esto, con aciertos y errores, pero siempre con un intento de seriedad y un intento de visión de futuro, y si esto lo pongo en marcha es para intentar hacerlo bien, y a mi manera. Otros tienen y pueden tener sus caminos: hay sitio para todos en este amplio mundo virtual. Yo quiero el mío, donde nadie me puede borrar los enlaces, los enlaces míos, y dejar los enlaces de otros (sí, todavía no lo he comprendido), y donde yo sí puedo evitar el uso de palabras malsonantes o peor, reacciones demasiadas viscerales escritas bajo la influencia de los cubatas, o insinuaciones injustificados que no hacen más que perjudicarnos a todos, a todos.

Lo segundo es lo de “penúltimo”. Pues si, digo “penúltimo” porque el “último” está demasiado cerca del “apaga y vámonos”, así que llevo años en el penúltimo intento. Sobre el otro que tu dices, que para mi también era el penúltimo en su momento, prefiero no opinar hoy, porque esto quizás no sea del todo como lo presentas, pero es pronto, demasiado pronto para explicarlo con detalle, y menos aquí. En su momento lo explicaré, ten lo por seguro. No sé si hay que utilizar la palabra “fracaso” en este caso concreto, no lo creo en absoluto, lo que pasa es que hubo demasiados confusiones que luego no se supieron reconducir y que provocaron un cierto distanciamiento. En los próximos meses veremos por dónde van los tiros, y que rumbo toman los acontecimientos.

Finalmente, y referente a tu pregunta sobre las invitaciones - que yo te lo explico a continuación - me pregunto si tu eres así de verdad o es que te lo haces. Esas preguntas, que de hecho deberían de tener respuestas sencillas e inteligibles, no van a ninguna parte, y me temo mucho que tu lo sabes de sobra. No digo que no se puedan hacer, pero sí pienso que no tienen mucha utilidad, porque crispan y no van a obtener respuesta. No es un reproche, querido amigo, nada de eso. Solo es que yo pienso que hay que ser más pragmático, hay que simular más distanciamiento, y sobretodo, hay que guardarse los cartuchos hasta que sean mortales, no sirve de nada gastarlos como fuegos artificiales. También te recomiendo, si quieres caminar con cierta soltura en nuestro mundillo, dos libritos que ya llevan siglos entre los recomendados para este tipo de situaciones. El más antiguo es “El Arte de la Guerra”, de Sun Tzu, y el otro es “El Príncipe”, de Nicolás Maquiavelo. Son cortitos, muy buenos, y seguro que te gustarán.

Volviendo a tu pregunta, y para terminar, solo eso: se recibieron equis invitaciones para Nègrepelisse, y los agraciados fueron fulano, mengano y sutano, como siempre. Pero ya lo sabías, ¿verdad?

Carpe diem,

KF.





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